El filósofo surcoreano Byung-Chul Han expone en su libro “La sociedad del cansancio” una interesante reflexión sobre cómo vivimos. Afirma que estamos sufriendo un cambio de paradigma en el que el centro de las enfermedades es neuronal. Palabras como depresión o trastorno por déficit de atención con hiperactividad están, por desgracia, a la orden del día.
Estas patologías son propias de una sociedad en la que, según Han, “cada uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”. Y razón tiene. Desde muy jóvenes nos enseñan a creer que debemos ser la mejor versión de nosotros mismos y a pensar que será para nuestro propio beneficio. Pero en realidad lo que hacemos es exprimirnos al máximo y los “beneficios” se los queda la sociedad. Nosotros nos quedamos con una gran presión impuesta que muchas veces se traduce en ansiedad, depresión, etc.
Y encima, si algo sale mal, ¡somos los únicos responsables! No tenemos a nadie a quien culpar, porque parece ser que lo escogimos por propia voluntad. En realidad es una “autoexplotación” como la denomina el autor.
Cuando hemos estado confinados, por ejemplo, en lugar de aprovechar para reflexionar y descansar, nos hemos visto rodeados de una competición a ver quién era más productivo o quién conseguía hacer más cosas. ¿Quién hace más deporte, quién cocina más, quién lee más libros, etc? ¡Una locura! Ni siquiera nos permitimos parar, poner pausa para observar, escuchar(nos) o simplemente sentir.
La velocidad a la que vamos nos impide pensar y el pensamiento reflexivo requiere tiempo.
Otro claro ejemplo de este despropósito son las redes sociales. Entramos en ellas con la intención de desconectar y divertirnos pero muchas veces lo que conseguimos es exponernos como mercancía.
Byung-Chul también explica también la creencia que nos hemos autoimpuesto de “nosotros podemos con todo”, pero que podamos no implica que debamos. No debería ser una obligación, ni un peso añadido. Y de aquí nace otra de las claves del libro, la falsa libertad.
Otro punto en el que el filósofo hace hincapié es en la saturación de positividad. Nos ahogamos en elementos de autoayuda o motivación. Sin darnos cuenta estamos forzando a que “todo esté bien” y reprimimos los sentimientos que indiquen lo contrario. Hasta el momento en que todo explota en, como comentábamos, una enfermedad como la depresión.
Deberíamos, una vez más, parar, reflexionar y ser conscientes de lo que realmente estamos viviendo y de las posibles consecuencias. ¿No crees?
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